El líder de la formación ultraderechista VOX, Santiago Abascal, se sienta en el banquillo del juzgado de primera instancia número 44 como demandado por el cese, presuntamente ilegal, del comité ejecutivo provincial de Barcelona por el que varios afiliados al partido han sentido cómo se vulneraba su derecho fundamental a la participación política.
Jamás hubiéramos pensado que esto podría pasar en VOX. Que Abascal tuviera un comportamiento en su partido autoritario y dictatorial ha sido algo que nos ha dejado boquiabiertos, patidifusos y ojipláticos.
Estamos convencidos que esto es una equivocación, un error de comunicación, un lamentable malentendido. De todos es bien conocido la larga herencia democrática de Vox. Los grandes demócratas que les sirven de inspiración política. Nunca un partido ha tenido en su ADN tantos luchadores por los valores democráticos. Es verdad que muchos de ellos primero conspiraron contra la democracia, pero eso fue para traernosla de nuevo 40 años después y que pudiéramos apreciarla.
Este acto es, en definitiva, un ataque injustificado a este partido que ha hecho la lucha por la democracia un baluarte. Y esto con Franco no pasaba.
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