
Parece ser que EEUU vuelve a la normalidad con el triunfo en las elecciones de Joe Biden. Todo un descanso para las minorías étnicas, las personas lgtbi, las personas cuerdas y, en general, para todos aquellos que no piensan que la seguridad de las personas no se mide por el calibre del arma que portan.
Joe Biden devuelve a los EEUU a esa zona gris, sin exabruptos, sin groserías típicas del imperio. Porque Estados Unidos continuará siendo imperio, pero guardando las formas. Unas formas que con Trump se habían perdido completamente.
La presidencia de Trump nos deja algunos hechos curiosos: siendo el presidente más belicoso, dialécticamente hablando, probablemente sea el que menos intervenciones militares ha hecho en los últimos 80 años. Por otro lado, Trump, ha alentado y apoyado a grupos de extrema derecha, tanto dentro como fuera de sus fronteras. Grupos de fanáticos peligrosos que se han visto asesorados por la, aun, primera potencia mundial. Esperemos que con su desaparición política, mengüen dichos grupos y vuelva, también, la normalidad gris i democrática a otros países.
¿Que podemos esperar de Joe Biden? En el mejor de los casos, nada. Y en el peor, nuevas intervenciones militares yankis en oriente próximo, sur-América o vaya usted a saber donde. El problema que genera Biden a medio y largo plazo, es que no soluciona la crisis sistémica que dio como resultado Trump. Una crisis que provocó un vuelco progresista, en un primer momento, con Obama. Y que después de no producirse cambios sustanciales la balanza se inclinó hacia la extrema derecha propiciando un personaje como Donald Trump.
Esperemos que el futuro de la primera potencia mundial, pase por un replanteamiento del sistema capitalista buscando el encaje de toda la ciudadanía y abandonando el darwinismo social imperante. De lo contrario, el cambio vendrá por la extrema derecha, las conspiraciones y las manipulaciones. Y por desgracia, en Europa, ya sabemos como suelen acabar esos experimentos.