
Parece ser que Vox y en concreto su líder Abascal, quieren seguir la estela de la familia real y su relación con las armas. Así, con la moción de Censura se han asestado un tiro certero en el pie derecho. Y lo peo. En el momento de máximo desconcierto y calentón provocado por los ataques de Casado, ha amenazando con algo que sabe que no puede cumplir: romper los gobiernos de derecha en Murcia, Madrid y Andalucía.
El PP ha jugado sus cartas de maravilla y ha dejado a Vox en una difícil tesitura: Si no rompe los pactos de gobiernos autonómicos, sus más radicales partidarios no le perdonarán la cobardía y pasará a formar parte de esa derechita cobarde a la que tanto ha criticado este tiempo. Y si lo hace, la mayoría sociológica de la derecha no le perdonará que abandone esas comunidades a las hordas socialcomunistas, filoetarras y bolivarianas, como tanto le ha gustado calificar a la izquierda de este país.
Así pues, este mojón de censura que hemos vivido esta semana nos ha servido más como entretenimiento que otra cosa. No se aportaron iniciativas, ni proyectos de país. Sólo más de lo mismo: exabruptos, insultos y banderas.
Eso sí. No me negarán que ver a Abascal en plan acorralado diciendo aquello de «no me siento las piernas» mientras le llovían las hostias por diestra y siniestra (literal) no ha tenido su gracia.
Después de toda la verborrea fascistoide, violenta y vacía de contenido, ahora se demostrará lo que muchos en el PP ya sabian: Abascal ha sido siempre un tigre de papel. Bienvenido a la derechita cobarde!